Los sueños

Discurso del Acto de apertura del ciclo lectivo 2010

"Ésta es nuestra oportunidad de soñar, de proyectar y de comprometernos para que este año sea un verdadero camino al futuro que deseamos."

Hoy damos comienzo a un nuevo año y, como tal, renovamos nuestras expectativas para este capítulo de nuestra historia. Un trayecto del camino que nos lleva de la ingenuidad de la niñez, a la sabiduría del conocimiento madurado.

Pero no podemos comenzar sin preguntarnos antes: ¿qué queremos lograr?, ¿a qué metas queremos llegar? Entonces, es cuando debemos cerrar los ojos y soñar.

Sí, soñar. Parece que cuando nos permitimos soñar, estamos inventando una utopía, algo imposible de lograr, sin embargo, si hablamos de proyectar, el ideal se hace más tangible. Pero no hay ideal que no nazca en un sueño. Es el soñar el que nos motiva a proyectar; a todo proyecto le precede un sueño.

Pero no es suficiente proyectar, hace falta comprometerse con nuestros proyectos para no desviarse con los pormenores cotidianos, ni desalentarse con los obstáculos. Si actuamos en consecuencia, haremos realidad nuestros sueños porque nosotros somos capaces de conquistar al mundo, de crear y recrear. Solamente hace falta paciencia, compromiso y voluntad.

Cuando llevamos esas herramientas para nuestro camino, nos hacemos dueños absolutos de nuestros actos; nuestra vida está en nuestras manos y es nuestra decisión si la abrimos hacia arriba para hacerla útil o si cerramos el puño dejando que se derrame todo por entre los dedos.

Los sueños sólo son crueles y mezquinos cuando nos olvidamos de ellos porque se convierten en constantes: “yo podría haber sido” o “yo podría haber hecho”, acompañados por la frustración de lo no intentado jamás. Pero, cuando los tenemos en cuenta, los sueños nos impulsan a crear, a inventar nuestra historia eligiendo para ella el futuro que queremos.

Ésta es nuestra oportunidad de soñar, de proyectar y de comprometernos para que este año sea un verdadero camino al futuro que deseamos.

Profesora Ana Elizabeth de la Zerda